Entender la naturaleza de las cosas nos conduce a la posibilidad de maximizar su potencial.
Cuando entramos a un aula nos enfrentamos a decenas de personas con una naturaleza particular, no debemos olvidar que nosotros mismos, como docentes, somos otro ser humano con una naturaleza distinta.
Cuando comprendemos la naturaleza de los alumnos damos paso a una mejor planificación del aprendizaje, elaborando estrategias que nos permitan influir en ellos y optimizar los resultados esperados.
La naturaleza humana
Los seres humanos somos entidades sensibles, susceptibles al entorno y a los estímulos que éste nos provee, lo que el mundo nos ofrece influye en gran medida en nuestro comportamiento.La manera en que se nos plantea una situación determina la postura que asumiremos para encararla.
Es una realidad que el aula es un escenario con distintas interpretaciones negativas para muchos alumnos, su existencia se asociada con aburrimiento, obligatoriedad e incluso miedo; cuando estas expectativas se aproximan o se confirman, condicionan el desempeño de la mayoría de los alumnos, traduciéndose en apatía, indiferencia y desinterés que, sumados, generan un bajo desempeño.
A través de las generaciones la percepción de la escuela se ha modificado, la razón principal ha sido la incorporación de nuevas estrategias pedagógicas dentro de los planes de estudio y el manejo del aula por parte del docente. Un ejemplo de ello es el uso de tecnología y de la creatividad.
Tecnología
Actualmente, la tecnología dentro del aula es un poderoso apoyo para el profesor, ya que genera un entorno lleno de estímulos atractivos para el estudiante, ésta permite romper la indiferencia del alumno despertando su interés, además de profundizar, acelerar y mejorar la experiencia de aprendizaje.
El uso de tecnología en el aprendizaje es muy atractivo tanto para el estudiante como para el mismo docente; siempre será más ilustrativo y cómodo observar un pasaje de la historia en un video que leerlo o explicarlo frente al grupo; no obstante, no podemos perder de vista que, de acuerdo a la naturaleza humana, el uso excesivo de la tecnología en una clase puede generar también un estado de comodidad y confianza en el educador.
Entonces, ¿la incorporación de la tecnología es una práctica riesgosa? Seguramente lo será si el educador deja influir su desempeño por esa comodidad y confunde su labor de facilitador con la de ser un operador de la tecnología empleada.
La tecnología debe impulsar al docente a utilizar las herramientas de apoyo de forma innovadora, su uso debe ser un complemento para las habilidades pedagógicas, éstas deben desafiar su creatividad para convertir una clase tradicional en una experiencia interactiva que involucre a los sentidos junto con los canales de comunicación de los alumnos (naturaleza humana), y los mezclen con los objetivos de aprendizaje para que sean asimilados a través de herramientas tecnológicas adecuadas.
Creatividad
El uso de la tecnología en el aula es un detonador de creatividad y no una limitante para su existencia.
Los estudiantes buscan fuera del aula los estímulos que eliminen su aburrimiento y los entretengan de una forma divertida, persiguen un entorno que rete su capacidad de análisis y les permita tomar decisiones, ¿qué pasaría si todo esto lo encontraran en cada clase que reciben? El precio de la falta de entusiasmo en el salón de clases es más alto de lo que se podría suponer, va más allá de lidiar con un estudiante desinteresado que probablemente busque sabotear la lección para volverla más divertida; tal vez nos estemos enfrentando a un problema de falta de comprensión, dispersión, bajo rendimiento académico o de autoestima, inseguridad o desadaptación social.
Una clase envuelta en creatividad adereza el aprendizaje y lo vuelve atractivo, genera un ambiente de apertura para el estudiante y despierta su curiosidad, colaboración y pensamiento crítico.
La tecnología y la creatividad son dos elementos que logran adecuarse a la naturaleza del humano y sorprenden gratamente al estudiante, que lo desafían y sacan lo mejor de él llevándolo al siguiente nivel de aprendizaje, dos grandes motivos para inspirar al docente; a su vez, el profesor se convierte en un multifacético facilitador, explorador y formador de talentos. ¡Seamos la guía que abre el camino del futuro de nuestros alumnos!
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