Cuando hablan de educación maker seguramente a muchos de ustedes se les vendrá a la cabeza algo así como “el taller de cositas” o “la hora de cortar cartón y conectar ledes”, probablemente en varios casos podrá ser así, pero debemos estar conscientes de que la educación maker va mucho más allá de esa perspectiva.
La oportunidad que tenemos hoy en día de crear objetos a partir de medios digitales está transformando al mundo. Por “medios digitales” podemos entender desde la posibilidad de compartir y adquirir conocimiento a nivel global que nos lleva a crear algo (por ejemplo, a través de un video o un blog); hasta la posibilidad de tener herramientas de última tecnología de un modo relativamente accesible, las cuales nos permiten fabricar cosas con alta precisión y rapidez con un solo clic, por ejemplo, una impresora 3D.
La cultura maker está democratizando los medios de producción, haciendo que hoy en día puedas tener en tus manos aquello que imaginaste un par de horas antes, con el color, forma y tamaño que quieras. Evidentemente, lo anterior tendrá repercusiones en muchos niveles, sobre todo en el económico, pues al masificarse estas tecnologías, prescindiremos de toda una cadena de producción que hay detrás de nuestros objetos cotidianos, como fabricantes, transportes o almacenes, por mencionar algunos; pero, por otro lado, nos convertiremos en diseñadores de nuestras propias necesidades. Eso para las nuevas generaciones es un potencial enorme.
Pero, ¿por qué teniendo la posibilidad de crear objetos a partir de un clic insistimos, además, en trabajar manualmente algunas cosas? Pues por la sencilla razón de que en la pantalla y en la imaginación un elefante puede columpiarse sobre la tela de una araña (entre otras cosas imposibles), mientras que en la realidad tristemente no, y al menos por ahora —en un mundo en el que los átomos superan por mucho a los bits— tenemos que hacer conscientes a nuestros alumnos, diseñadores del futuro, de las limitantes y posibilidades de la realidad al momento de diseñar. Tenemos que darles los conocimientos para lograr una diversidad creadora experimentando con diferentes materiales y herramientas, debemos hacerlos conscientes de que el error existe y es cotidiano, de que existen las fuerzas de la física que tiran edificios, de que no todo se pega con pistola de silicón, etc.
Por último, promovemos la educación maker como medio para desarrollar habilidades muy complejas, más allá de lo técnico. Necesitas valentía para llevar a la realidad tus ideas, paciencia para equivocarte mil veces, persistencia para seguir trabajando después de equivocarte esas mil (o más) veces, planificación para evitar equivocarte esas veces y después de todo ello, vivir la gratificante experiencia de decir que has logrado crear algo.
Estos aprendizajes van más allá de un salón de clases y son una gran herramienta para la vida; es necesario que afiancemos todo esto en nuestros alumnos y en nosotros mismos como guías de los creadores del futuro y, a la vez, no olvidemos humanizar el desarrollo tecnológico, no perdamos de vista nuestras habilidades y capacidades como especie, sino que enfoquémonos en complementarlas y encontremos en la tecnología una herramienta para nuestra propia evolución.
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